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viernes, 1 de enero de 2010

Calendas de enero


El tiempo es una invención del hombre para concatenar los hechos de su historia.

El hombre primitivo, de manera innata como otros muchos animales, vivía en sincronía con los ciclos temporales de un día. Sol y Luna, luz y oscuridad, actividad y descanso… dos opuestos que marcaron una dualidad en el interior de su subconsciente y que con el tiempo, posiblemente, de ese ciclo de día y noche afloraron principios de dualidad en muchos otros aspectos de la vida.


Seguramente, con el paso de las generaciones primitivas y la toma de consciencia acerca de su existencia, empezaron a observar y medir los ciclos lunares. Las lunaciones fueron, así, la forma incipiente de los actuales irregulares meses. Una forma práctica, para ese hombre primitivo, de contar conjuntos de días.


Pero había otro ciclo en la naturaleza que le provocaba la necesidad de comprender, muy probablemente, por un puro aspecto de supervivencia. El clima variaba desde épocas de intenso calor a otras de virulento frío. El Sol no calentaba siempre igual, ni se alzaba siempre en el cielo hasta tan arriba, las sombras variaban en ciclos de unas cuantas lunas, el día y la noche no duraban siempre igual… Observaron las estrellas de la noche y vieron que había algunas que aparecían en el horizonte en unas épocas y en otras estaciones se escondían bajo la tierra. Con ello intuyeron el ciclo anual y, con la evolución y el apoyo del conocimiento matemático, descubrieron cuatro hitos que daban forma al año: dos solsticios y dos equinoccios. Entre ellos, muchas civilizaciones definieron las cuatro estaciones.


Pero los tres ciclos descubiertos, el de la Tierra, la Luna y el Sol, no coincidían plenamente uno dentro de otro. Las lunaciones ocupaban de media 29,5 días, los años ocupaban 12 lunaciones y parte de una treceava… y el hombre, con su afán de organizar las cosas, como si fuera un enano verde poniendo las cosas a memorizar ordenadamente en los cajones de un bargueño, empezó a crear calendarios con meses lunares, más tarde empezó a organizarlo con meses no lunares, empezó también a inventarse un ciclo semanal dedicando cada día a uno de los planetas conocidos, empezó a decir que el día empieza a las doce de la noche y no cuando sale o se pone el Sol, y cada pueblo fue decretando la creación de sus calendarios: caldeos, griegos, romanos, egipcios, julianos, gregorianos, celtas, hindúes, hebreos, aztecas, mayas, musulmanes, chinos,… como para ponerse de acuerdo la Tierra, el Sol y la Luna y enviarnos a todos a… otra galaxia!


Para acabar de simplificar el tema, en la medida que las matemáticas y la astronomía evolucionaban, detectaron nuevas desviaciones sutiles de los ciclos. Entonces, unos ajustaban las cosas poniendo un treceavo mes de vez en cuando, otros añadían dos días a cada lunación para encajar mejor lo de 12 ciclos lunares en un ciclo solar, otros se saltaron un puñado de días allá por el siglo XVI para "encajar" la Pascua con el equinoccio de primavera, otros ponían un año bisiesto cada cuatro años, otros sacaron lo del año bisiesto en aquellos años que acabasen con dos ceros… ¡Vaya forma de distraer a las masas!



En efecto, el calendario es una invención del hombre que ha utilizado para concatenar los hechos de su historia. Así que el día de hoy no tiene otra cosa de especial más que ser el primer día del año según el calendario gregoriano que, casualmente, seguimos por estos lares para contar los días de nuestra historia. No obstante, consciente de la farsa que nos ha impuesto la sociedad, aprovecharemos el día festivo para celebrar que continuamos aquí dando vueltas sobre la Tierra y alrededor del Sol y desear a nuestros seres queridos la mejor de las felicidades en sus vidas durante el nuevo ciclo solar.