Seguramente, con el paso de las generaciones primitivas y la toma de consciencia acerca de su existencia, empezaron a observar y medir los ciclos lunares. Las lunaciones fueron, así, la forma incipiente de los actuales irregulares meses. Una forma práctica, para ese hombre primitivo, de contar conjuntos de días.
Pero había otro ciclo en la naturaleza que le provocaba la necesidad de comprender, muy probablemente, por un puro aspecto de supervivencia. El clima variaba desde épocas de intenso calor a otras de virulento frío. El Sol no calentaba siempre igual, ni se alzaba siempre en el cielo hasta tan arriba, las sombras variaban en ciclos de unas cuantas lunas, el día y la noche no duraban siempre igual… Observaron las estrellas de la noche y vieron que había algunas que aparecían en el horizonte en unas épocas y en otras estaciones se escondían bajo la tierra. Con ello intuyeron el ciclo anual y, con la evolución y el apoyo del conocimiento matemático, descubrieron cuatro hitos que daban forma al año: dos solsticios y dos equinoccios. Entre ellos, muchas civilizaciones definieron las cuatro estaciones.
Pero los tres ciclos descubiertos, el de
Para acabar de simplificar el tema, en la medida que las matemáticas y la astronomía evolucionaban, detectaron nuevas desviaciones sutiles de los ciclos. Entonces, unos ajustaban las cosas poniendo un treceavo mes de vez en cuando, otros añadían dos días a cada lunación para encajar mejor lo de 12 ciclos lunares en un ciclo solar, otros se saltaron un puñado de días allá por el siglo XVI para "encajar"
En efecto, el calendario es una invención del hombre que ha utilizado para concatenar los hechos de su historia. Así que el día de hoy no tiene otra cosa de especial más que ser el primer día del año según el calendario gregoriano que, casualmente, seguimos por estos lares para contar los días de nuestra historia. No obstante, consciente de la farsa que nos ha impuesto la sociedad, aprovecharemos el día festivo para celebrar que continuamos aquí dando vueltas sobre