Seguramente sabréis que el Sol es unas 109 veces mayor que la Tierra, y supongo que como a me pasa a mi, es algo dificil de imaginar. Y cuando pienso que hay millones de soles más grandes, los limites se hacen más difusos todavía.
Os imagináis un astro que sea 4.800 veces mayor que nuestro planeta?
Y si pensamos que este astro se aleja de nosotros a unos 200.000 km/h? ¡Doscientos mil kilómetros por hora! Esto hace que, por efecto Doopler, veamos la luz que nos llega de un tono rojizo.
Para acabarlo de complicar, resulta que la luz que vemos hoy de este sol gigante, salió hacia nosotros hace unos 65 años. Imagino a qué distancia se encuentra ese punto brillante del firmamento... y flipo!
Pues bien, esta estrella a la que me refiero es Aldebaran (alfa Tauri). Es una estrella de primera magnitud de luminosidad y que ocupa el lugar del ojo en la constelación de Tauro, dentro del cúmulo de las Híades.
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El nombre de Aldebaran procede del árabe y significa “la que sigue”, por estar después de las Plèyades, cerca de la eclíptica. De hecho, es un método que sigo para confirmar que se trata de Aldebaran la estrella brillante y rojiza que observo cerca de Orión: miro si las Pléyades están también “ahí al lado”.
Aldebaran fue a lo largo de más de dos milenios una de las cuatro Estrellas Reales y señaló el equinoccio vernal hasta el 1.700 a.C., junto con Antares que marcaba el equinoccio de otoño, Regulus que señalaba el solsticio de verano y Amphora que, según algunos astrónomos, indicaba el solsticio de invierno.
Y es que Aldebaran es una estrella que, además de destacar en la cúpula celeste, contiene mucha carga simbólica. Comparte leyendas y tradiciones con las Híades, las Pléyades y con su constelación de Tauro. No en vano recibe Aldebaran el sobrenombre del “Ojo del Toro”.
Os imagináis un astro que sea 4.800 veces mayor que nuestro planeta?
Y si pensamos que este astro se aleja de nosotros a unos 200.000 km/h? ¡Doscientos mil kilómetros por hora! Esto hace que, por efecto Doopler, veamos la luz que nos llega de un tono rojizo.
Para acabarlo de complicar, resulta que la luz que vemos hoy de este sol gigante, salió hacia nosotros hace unos 65 años. Imagino a qué distancia se encuentra ese punto brillante del firmamento... y flipo!
Pues bien, esta estrella a la que me refiero es Aldebaran (alfa Tauri). Es una estrella de primera magnitud de luminosidad y que ocupa el lugar del ojo en la constelación de Tauro, dentro del cúmulo de las Híades.
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El nombre de Aldebaran procede del árabe y significa “la que sigue”, por estar después de las Plèyades, cerca de la eclíptica. De hecho, es un método que sigo para confirmar que se trata de Aldebaran la estrella brillante y rojiza que observo cerca de Orión: miro si las Pléyades están también “ahí al lado”.
Aldebaran fue a lo largo de más de dos milenios una de las cuatro Estrellas Reales y señaló el equinoccio vernal hasta el 1.700 a.C., junto con Antares que marcaba el equinoccio de otoño, Regulus que señalaba el solsticio de verano y Amphora que, según algunos astrónomos, indicaba el solsticio de invierno.
Y es que Aldebaran es una estrella que, además de destacar en la cúpula celeste, contiene mucha carga simbólica. Comparte leyendas y tradiciones con las Híades, las Pléyades y con su constelación de Tauro. No en vano recibe Aldebaran el sobrenombre del “Ojo del Toro”.