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viernes, 8 de mayo de 2009

Crakers


Resultó que un equipo de cuatro arqueros, bautizados con el merecido sobrenombre de los “Crakers” participaron en la liga catalana de tiro de bosque de este año: Alejandro Gonzato, Francesc Carreño, Bernat Pallarès y el que aquí redacta la hazaña.



El objetivo principal fue el pasarlo bien. Claro, para pasarlo mal uno no se apunta a estas cosas, sino que pide cita con el dentista o se va a visitar a ese pariente que no soporta. Bueno, pues eso: objetivo disfrutar. Y disfrutar de lo lindo de unas excursiones matutinas de domingo en unos entornos maravillosos de bosque, de naturaleza y, por suerte, de sol.

Ah!, y la gente. Tienes la oportunidad de compartir experiencias, vivencias y “qué se yo” con la gran multitud de arqueros que se apuntan a estos encuentros competitivos que organizan desde la Federación Catalana de Tiro con Arco. Un deporte tan poco conocido… y ¿cómo puede ser que hayan tantos que lo practiquen? Bueno, pues eso: todos buena gente. Ambiente cordial en general y difícilmente respiras tensión de competitividad, cosa que personalmente me parece perfecto.

La competición se realiza por patrullas de cuatro o cinco arqueros que van siguiendo el trayecto señalizado por el bosque. En nuestro caso, los cuatro “Crakers” formamos en todos los encuentros una misma patrulla. En el recorrido debes superar un total de 20 pruebas de tiro: unas figuras de animales a tamaño real hechas en poliuretano se convierten en dianas escondidas tras unos árboles, en el fondo de un barranco o en el otro lado de un prado. Desde una estaca que marca el punto de disparo, se tiran dos flechas intentando dar al animal ficticio en su zona vital. Luego, se puntúan los resultados obtenidos, si has dado en el blanco, o te pasas media hora buscando entre los matorrales la flecha perdida que “ha pecado”.


Finalizada la liga, vienen las sorpresas: los Crakers hemos obtenido posiciones dignas dentro del ranking de nuestras categorías y modalidades de tiro. Superando habitualmente las marcas personales de encuentros anteriores y con la satisfacción y el recuerdo de un emocionante 200 puntos obtenidos en el último recorrido. Y Bernat Pallarès ha conseguido el primer premio de su categoría, y además en dos modalidades de tiro, arco desnudo y arco mecánico.

¡Felicitats Bernat!

sábado, 14 de febrero de 2009

Errar al blanco

Me encuentro tranquila y relajada dentro de mi saco de dormir. Junto a mí, suelen descansar también cuatro o cinco amigas, aunque el destino hace que no siempre sean todas las mismas de siempre. Recuerdo a las que desaparecieron hace tiempo. ¿Qué habrá sido de ellas?


De pronto, se produce otro episodio del destino. Un destino cíclico, periódico y lleno de incerteza sobre si volveré a estar junto a mis amigas. Tal vez hoy será mi despedida.


Una mano poderosa me agarra y me arrastra hacia el exterior. Me sujeta a una cuerda y me tiende en una posición horizontal, sobre el aparato de tortura. Por un extremo me apoyo en un pequeño soporte de madera, por el otro, la cuerda que me sostiene está tensada, muy tensada, por esa mano imperturbable. De pronto, la mano me suelta y soy lanzada a toda velocidad. Siento el aire que roza todo mi cuerpo, hasta mi tensa rigidez ha adquirido flexibilidad por un instante debido a la estrépita sacudida. Ante mi, observo un obstáculo que va creciendo a cada instante. Me dirijo a él inevitablemente, a toda velocidad, sin capacidad de reaccionar impacto bruscamente en él. Paf!



Parece que de nuevo el destino ha querido ayudarme. Estoy entera: ¡Sana y salva! Recuerdo que hace unos días vi destrozar a una amiga que impactó en una roca al ser lanzada por ese aparato de tortura. Cometió un gran pecado y pagó por ello. Esta vez, por suerte o por destreza de la impasible mano, he cometido un pecado muy pequeño puesto que me he acercado mucho al centro de este circular obstáculo.


Pronto van impactando cerca de mí las demás flechas. Me alegro que los pecados de mis amigas también no sean muy grandes. Finalmente, hemos quedado todas clavadas y agrupadas cerca del blanco. La mano nos agarra firmemente, nos extrae de la diana y nos vuelve al carcaj.


De nuevo, en nuestro saco de dormir, podemos descansar y relajarnos.


Hasta la próxima.


Aclaración: La palabra básica que expresa la idea de "pecado", se funda en el concepto de "arrojar", lanzar, errar al blanco.

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sábado, 8 de noviembre de 2008

Alcance y velocidad de disparo

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Una pregunta que me hacía algunas veces mientras practicaba tiro con arco era cómo poder determinar la velocidad de salida de la flecha en el momento del disparo.

No era ninguna cuestión necesaria para practicarlo, ni parecía que ese dato ayude a mejorar la puntería. Sólo era con el fin de satisfacer la curiosidad técnica de cómo poder obtener esa velocidad de disparo de una manera más o menos fácil y fiable.

El método de obtención de velocidad como espacio por unidad de tiempo ocasionaba alto nivel de error, ya que si bien puedes tener precisión en la medida de la distancia arco-diana, tienes un error considerable de medida del recorrido real parabólico que describe la flecha, así como de medida del tiempo que tarda en recorrer este espacio ya que, al ser éste bastante corto, se produce un error relativo grande usando un cronómetro de manera manual.

Finalmente, hallé la solución profundizando en el análisis cinemático del tiro parabólico. Más concretamente en la obtención del alcance. Es decir, en la distancia horizontal que recorre un proyectil si es lanzado a una velocidad inicial V0 y con una inclinación respecto del plano del suelo de a grados.

Pues bien, despreciando los efectos del rozamiento de la flecha con el aire, así como la altura inicial de la flecha respecto del suelo y redondeando la fuerza de gravedad a 10 m/s², se obtiene que el alcance r se puede expresar como:

r = 0,2 V0² sen a cos a

De donde se deduce que el máximo alcance se produce cuando el ángulo de disparo es de 45 grados. Y en este caso, despejando la velocidad inicial V0 e incluyendo los oportunos factores de conversión para obtener el resultado en km/h resulta que:

V0 = 3,6 · V(10 · r) (km/h)

Resumiendo: que lanzando una flecha a 45 grados en un campo de tiro, midiendo horizontalmente en metros a qué distancia se ha clavado en el suelo (r), multiplicando por 10, obteniendo la raíz cuadrada y multiplicando después por 3,6 obtenemos la velocidad de salida de la flecha en km/h.


Creo que el método es simple y las medidas a efectuar – ángulo de disparo de 45 grados y alcance en metros - son de bajo error relativo. Luego, es un sistema suficientemente válido para obtener la velocidad a la que sale disparada la flecha.

Esta velocidad, obviamente, depende del arco y las flechas que utilices. En mi caso, la experimentación en un campo de tiro me dio como resultado un alcance de 175 metros y una velocidad inicial de la flecha de 150 km/h.

Y así es como dejé satisfecha mi curiosidad técnica sobre este tema.

sábado, 19 de julio de 2008

Desde el bosque de Sherwood

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Como muchas otras materias, el tiro con arco requiere práctica. A medida que cuentas por centenares las flechas lanzadas, si aplicas correctamente la técnica del tiro, éstas gradualmente han de tender a agruparse en una zona de la diana. Si empiezas a contar por millares los tiros efectuados, puede que se vaya incrementando la puntería, acertando cada vez más plenos. La puntería entra entonces en la fase intuitiva. La posición del cuerpo y los movimientos empiezan a ser memorizados, automáticos. Y crece la confianza personal en realizar un tiro certero.

Entonces ocurre que, de vez en cuando, coincide que una flecha queda clavada en el culatín de otra. A esta mezcla de suerte y precisión, en el argot de la arquería, se le llama hacer un Robin, en honor al legendario arquero medieval.

Aunque la hazaña tiene el coste de dejar al menos una flecha inutilizable, se compensa con la satisfacción de haberlo logrado alguna vez.







Y es que practicar el tiro con arco es divertido,
hacer un Robin es emocionante
y hacer un Robin en el centro de la diana... debe ser la hostia!

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viernes, 25 de abril de 2008

Ego sum pallaferrus


Tensar l’arc, notar que la posició del cos permet a la intuïció apuntar la diana i deixar que la fletxa descrigui el seu vol parabòlic fins al blanc són unes sensacions que em permeten, quan puc, desconnectar del estrèpit diari.

Ser arquer no és tant sols identificable a un esport, una diversió o una excusa per a relacionar-se amb altres. També és un exercici de concentració: home, arc, fletxa i diana comparteixen un mateix espai astral. Només cal materialitzar-ho des del convenciment que és possible fer-ho. Bé, això diuen.

Aquests lligams d’esferes superiors m’han ajudat també a identificar-me amb el pseudònim de pallaferro. Per una banda és un resum dels meus cognoms, Pallarès Ferrando, per una altra banda l’oposició semàntica entre la palla i el ferro m’identifica amb el tir amb arc, en especial amb el de l’època medieval on les fletxes de ferro impactaven en dianes de palla.

Enfí, que l’homus virtualis que aquí veieu té una mica d’arquer, un poc de romànic i un xic de racional.