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martes, 10 de mayo de 2011

La cintura de Casiopea

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Como un valioso legado de la presencia musulmana en la península, proliferaron en la edad media unos códices que trataban sobre las propiedades curativas y mágicas de las piedras. Eran los llamados lapidarios.

Los lapidarios relacionaban las propiedades mágicas de los diversos minerales con las constelaciones celestes. Creían que cada piedra recibía la influencia de una estrella y, además, sus poderes variaban en función del ciclo zodiacal.
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Los lapidarios más conocidos son los que mandó redactar el rey Alfonso X el Sabio y que se conservan en la Biblioteca de El Escorial. Aunque, con el paso de los siglos, fueron numerosos los tratados que estudiaron los poderes mágicos de las piedras.
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Ante el gran número de incunables y su diversidad de contenido -abierto a especulaciones-, y ante el avance de ciencias médicas basadas en las propiedades curativas de las plantas (y más adelante de los hongos), esta “ciencia” fue evolucionando hacia la actual identificación de determinados minerales con algunas propiedades “sanadoras”.
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En los lapidarios se repetían varias miniaturas de cada constelación, pero en cada iluminación se representaba un punto dorado en un lugar distinto indicando la estrella que gobernaba los poderes de cada piedra estudiada. En la imagen, se puede apreciar la representación de Casiopea, o “Mujer sentada en una Silla”, con un punto dorado en la cintura.

Al margen del “culebrón” mitológico de esta reina de Etiopía que comparó la belleza de su hija Andrómeda con las hijas de Nereo; Casiopea es una constelación de fácil identificación en el firmamento ya que, a simple vista y en cualquier época del año, se pueden apreciar 5 de sus estrellas de mayor luminosidad que forman una W, con su parte ahuecada hacia la estrella Polar.
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De entre estas estrellas, la de mayor brillo aparente corresponde a Schedar (alfa-Cassiopeiae), una estrella gigante naranja de magnitud 2,2. Otras dos estrellas adyacentes le siguen en luminosidad: Caph (beta-Cassiopeiae) una sub-gigante blanco-amarilla que se situa en el extremo derecho de la W, y Tsih (gamma-Cassiopeiae), una estrella eruptiva variable en intensidad en el centro de dicha W, y que corresponde, a su vez, a la cintura de nuestra reina Casiopea.

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6 comentarios:

Fendetestas dijo...

Muy interesante la descripción de Casiopea. En el verano se ve muy bien (creo yo, no entiendo mucho de estrellas, aunque mi cocina tiene categoría de "Tres estropajos Luxury").
Lo gracioso es el apego de las gentes a las piedras, yo mismo soy una piedra andante y viviente, aunque no me noto cualidades sanadoras. Todo lo que suene a magia vende bien; las pulseras magnéticas, las piedras verdes, las negras, el agua imantada y últimamente vende mucho el aloe vera, junto con el oro, para las cremas, incluso le echan oro a las sopas más caras. Creo que las piedras serían menos dañinas para el hígado o el riñón. En fin, menos da una piedra en la frente, que si no te cura al menos te deja un buen chichón. Las piedras están bien pero tú reza y no corras y verás lo que te pasa. Saludos.

Anónimo dijo...

A mi las piedras que me asustan son las que cuando vas a toda caña te saltan con fuerza a la cristalera del coche!

tanto si son de granito como si son de oro puro el resultado es el mismo, te quedas sin dientes

Anónimo dijo...

Pos yo me sé de uno, que te la tiene jurada, porque entre el ojo malo y la "picada" en el cristal delantero ¡ ya me dirás tú como puede ver los radares cinemómetro multinova, de los huevos¡

Anónimo dijo...

No sé si han hablado de mí por aquí, por mi procedencia, porque soy una piedra, por ir a toda pastilla saltando radares, o porque "meto_orito" hasta en la sopa.

Syr dijo...

Hace tan sólo tres lunas, pude divisar en una noche estrellada de la playa de San José tu descrita "cintura de Casiopea". Y en aquella paz luminosa, el ruido de las olas que besaban la arena, me traían tu recuerdo y reafirmaban mi promesa de que un día, juntos, contemparemos esa constelación castigada por Posidón a figurar en el cielo como una cesta de mercado boca abajo.


Salud y románico

pallaferro dijo...

Contemplar el cielo estrellado en una cálida noche cerca del mar es uno de esos Momentos excepcionales que te ofrece la vida. Y esos Momentos, Syr, hay que saborearlos.

Así que ya sabes.

Un abrazo,