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lunes, 2 de febrero de 2009

Campanas al vuelo

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Después del ritual de consagración de un templo, la fiesta de colocación de la campana debió ser otro acto culminante de la construcción de una iglesia en la época medieval.

Por razones de transporte, el maestro fundidor confeccionaba la campana a pie de ermita.

Horno pedestre alimentado por buena leña durante horas fundía los enseres de metal donados por el pueblo (cobre, estaño, o lo que podían aportar).
Molde confeccionado bajo el suelo a base de barro, paja, arena, excrementos, sangre animal ... mezclando así oficio, experiencia, arte y ritual.

Luego, llegado el momento oportuno, el maestro campanero permitía que la gravedad llevara el metal líquido hacia el molde en un breve minuto de espectacular colada. Una vez enfriada, debió ser motivo de reunión y fiesta de todos los fieles del entorno las operaciones de desmoldar, enyugar y colgar la nueva campana en lo alto de la torre o en su espadaña.

Quisiera imaginar la emoción del pueblo al oír el primer golpe de badajo haciéndola sonar. A partir de entonces, el pueblo disfrutaba ya de un reloj que ordenaría mejor la distribución de su tiempo, unificando el desarrollo de las actividades y propiciando así la cohesión social entre los habitantes del entorno.
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Pero además, las diversas formas de hacer sonar la campana ofrecieron pronto las funciones de ser los altavoces de los sucesos. Es decir, de alguna manera, fueron los primeros “radio-despertadores”.

A pesar que las campanas que se fundieron inicialmente para los templos románicos fueron refundidas en las guerras, saqueadas en asaltos o rotas por los golpes incesantes del doblado; las actuales campanas mantienen su bronce impregnado de esa sangre, de esa esencia, ... y en definitiva, de espíritu.
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13 comentarios:

Baruk dijo...

Ya lo creo que molan las campanas, y es que un templo sin campana es como un pastel sin guinda. Aunque nadie se la come, le da encanto y personalidad.

SYR Malvís dijo...

Quizá algo más que eso, querida Baruk. Es la superación simbólica de la "esquila" que propicia la cohesión social del "rebaño"; marca el ritmo del tiempo (sagrado - víperas, tercias, nonas..- o no, y si no que se lo pregunten a Mongui cuando la Virgen del Mar, al frente, le toca el ángelus); indica el fuego ( en Alcaraz la campana de la torre civil, frente a la de la iglesia, se la conoce por la "Tardona") o que la Parca pasó de cerca y visitó al vecino.

Pero también es símbolo de poder del edificio y ningún edificio religioso sería nada sin ella.

Pero, como femenina, aún siendo anterior, más antiguo y de primicial objetivo distinto, el torreón defensivo como punto de vigía desde el S. VII, hubo de cederle su nombre a su posterior uso, a las campanas que alberga y que le darían nombre un siglo después.

Cierto que las deseaban las más grandes y pesadas para transimitir su temblor y vivificantes ecos a todo el ediificio, pero no es menos que también la vanagloria los perdió, pues las vibraciones de las campanas, terminan por agrietar y derrumbar la estructura.
Para mí, en definitiva, inmortales ojos que miran al infinito…

Salud y románico

Pilara dijo...

Las campanas son motivo de orgullo de la mayoría de los pueblos, por su tamaño, su sonido,su proceso de fabricación, los materiales que se emplearon...todas tienen su anecdotario.
Me gustan los campanarios, me atraen los de los pueblos habitados tan llenos de vida y los que permanecen erguidos a pesar de que la localidad haya sido "herida de muerte".
Me sobrecogen con su halo de misterio creado quizás por la imaginación popular al adivinar almas en pena en lo que era el ulular del viento entre sus campanas o sospechar espíritus al ver el vuelo nocturno de las lechuzas que anidan en sus muros.

Se levantan como testigos de la historia de una comunidad.La locuacidad de sus campanas con su lenguaje pactado, que habilmente manejadas, han congregado con sus toques a la parroquia, animándola a la celebración y a la fiesta o avisando de alguna desgracia que haría necesaria la solidaridad, el consuelo y el apoyo de los convecinos.

No se entiende un "asentamiento urbano" sin su campanario y su campana ; es el elemento integrador, lo que te hace participe de la vida del pueblo poniéndote al corriente de todas sus vicisitudes para lo cual tendrás que aprender su lenguaje...o arriesgarte a no saber por quién tocan las campanas.

Un fuerte abrazo.

Fendetestas dijo...

Las campanas son como el ojo que todo lo ve y la voz de Dios a la vez, que llama a la oración, marca el ritmo de los hombres con el tam-tam del cielo y avisa, como ángel guardian, de la llegada de sarracenos, piratas o malas gentes. Incluso ahora se usan para avisar del mal tiempo en algunos sitios o para notificar novedades: en los pueblos, en muchos, el altavoz o micrófono municipal para transmitir los eventos está situado en la torre de la iglesia, junto a la campana.

En mi pueblo adoptivo, Benahadux, hay un altavoz en la torre del ayuntamiento (ahora seglar y socialista) que da las horas pero simulando el sonido de campanas o de un órgano de iglesia. Los poderes se retan; el cielo y el cabildo. Los alcaldes cambian más que los dioses. Hay que pensar la elección.

pallaferro dijo...

Gracias por vuestros comentarios.

No sólo por el contenido, que también, sino porque me habéis regalado una parte de vuestro tiempo para insuflándome ánimo.

Y llevo unas semanas que son dos cosas que me escasean. Tiempo y ánimo.

Un abrazo amigos!

Fendetestas dijo...

Los amigos están para eso, para darte ánimos, para lo otro están algunos conocidos, parientes, el jefe, etc. Ánimo, que son pocos y cobardes y las campanas doblan por ellos.

Siéntate a verlos pasar, que el tiempo pone a cada uno en su sitio y la mujer a veces también. Viva el vino y la mujeres, que algunas están como las campanas, para estar todo el día ... quiero decir oyendo su trino melodioso y su dulce sonido de "a fregar, que son dos platos".

Un amigo.

SYR Malvís dijo...

De nuevo mi alter ego, el Fende, me desborda con su entrada. Y es que eso de que algunas mujeres están como las campanas, ¡ no me negaréis que tiene su enjundia con la ambivalencia maliciosa que caracteriza al "sacristán campanero" que lo escribe....¡.

Y es que, el puñetero, tiene razón, pues yo conozco a algunas que están volcadas; a otras, para fundirlas, y la mayoría..., para tocarlas.

¡Oye, tú, que me refiero a las campanas¡. Vayamos a leches¡¡

Pilar Moreno Wallace dijo...

Es un placer pasar por el blog, con tan interesantes escritos como este sobre las campanas.

Unknown dijo...

Todo una sorpresa encontrar tu blog.

Mis felicitaciones por el blog y por estas campanas al vuelo.

Mis saludos.

Ray dijo...

Compartimos también la admiración hacia estos "instrumentos" musicales que me recuerdan a las aves, decorando los espacios con sus cantos; triste comparación si tenemos en cuenta que ellas solo pueden volar dentro de su "jaula"... Si alguna vez se escapasen, íbamos a saber lo que es bueno...

Gracias por tan bello homenaje, Pallaferro.

pallaferro dijo...

Ha sido una grata sorpresa, Ray, ver tu comentario en esta antigua entrada.

Es realmente emocionante el trabajo artesanal del fundidor de campanas.

En la gran mayoría de campanarios, junto a estas "aves de metal", hay rastros de otras aves de pluma. Y, a veces, hace complicado disfrutar de las vistas desde lo alto...

Por cierto... qué privilegio tienen las campanas poder disfrutar de tan amplias vistas, no?

Un saludo,

Rubén Oliver dijo...

Te invito a que escuches cualquier domingo entre 11:45 y 12:00, dura quince minutos, el toque de campanas de Santa María la Mayor en Balaguer.http://habitantesdelanada.blogspot.com.es/2010/02/1145-en-santa-maria-la-mayor.html.
Durante quince minutos el sonido es atronador bajo el campanario, yo creo que es de los pocos capaces de detener mi pensamiento, y cuando cesa queda un silencio en la mente que no sé describir...
Puede oirse a distancia notable en el monte según tengo comprobado desde decenas de kilómetros.
Un abrazo.

pallaferro dijo...

Eso si que debe ser dar un campanazo!

Algún día "tocará" oir sus repiques, seguro.

Un abrazo,