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domingo, 24 de mayo de 2009

Pensar, sentir y... actuar!


La fábula, a través de los siglos, ha demostrado su peculiar modo de impartir y difundir determinadas enseñanzas. Estos relatos donde los animalillos hablan, actúan, piensan y les ocurren cosas “como la vida misma”, permiten estimular nuestro el pensamiento y nos hacen razonar para obtener valiosas lecciones que nos influirán, posiblemente, en un cambio de conducta.

¡Claro! Este cambio de conducta es el objetivo que se esconde detrás del antiguo invento de explicar historias sencillas de fácil memorización, usando conceptos, personajes y situaciones más reales que abstractos. De modo similar actúan también los cuentos, los mitos, los textos alegóricos bíblicos… y hasta las historietas del abuelo.

Y parece que tiene sentido. Porque si a uno lo bombardean con conceptos abstractos y profundos sobre aspectos moralizantes, o está muy concentrado y predispuesto a recibir la lección magistral, o lo normal es que no se concentre en su contenido, no lo “absorba” y que, aquellos siete segundos de cada minuto que uno presta atención al discurso recibido, acaben por olvidarse sobre qué se trataba.

Es evidente que las fábulas relatadas pueden tener fuerza en hacer que, quien las escuche, cambie su manera de pensar, y, de acuerdo con este nuevo modo de pensar, modifique su conducta. Aunque hay gran variedad de técnicas más vivenciales que provocan cambios de conducta en la gente. Si creamos experiencias sorprendentes, convincentes, visuales, … si creamos dinámicas en donde los receptores de la “fábula” no sólo piensen en la situación, sino que la sientan, la vivan, la experimenten… se provoca un impacto mayor en el modo de “sentir” y, en consecuencia, puede llevar a un cambio más significativo de la conducta.

Y es en este punto donde llevo unos días dándole vueltas al tema. Tal vez haya que dejarse de “cuentos” y empezar a provocar la experimentación de la “cruda realidad”.
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6 comentarios:

Bernat dijo...

Y colorín colorado esta entrada se ha acabado...

Con lo bien que me lo pasaba yo cuando me leían fabulas antes de irme a dormir...

Muy bonita la entrada^^

Baruk dijo...

Jó! una entrada genial pero la frase final me da un poco de yu-yu...

Pilara dijo...

La infancia de mis hijas ha estado acompañada de multitud de libros, más o menos adaptados a su edad, de diversas temáticas. Muchas noches se han acostado leyéndoles fábulas que las entretenían a la vez que con un lenguaje rico e ingeniosamente les hacian pensar en las enseñanzas que sacaban tan divertidos personajes:
El burro flautista.
El oso bailarín.
El enano de la venta.
La cangreja consejera...
Ahora que son mayores seguro que tendrán que buscar moraleja de lo que les acontezca en su día a día y espero que si hay algún poso de aquello, creo que sembrando siempre algo queda, les sirva para intuir, relativizar y sobrellevar la "vida real".

Un fuerte abrazo.

Ruth dijo...

^^ era la fàbula que sempre triava!

Rubén Oliver dijo...

Una entrada "fabulosa"(ya disculparan el chiste fácil,fruto del espíritu que me guía);la fábula humaniza animales para derivar de su conducta una enseñanza moral.El cuento adquiere otro cariz,(buenos contra malos,etc),aunque puede tener un mensaje moralizante tambien.

El momento en que el padre o madre,cuenta un cuento al hijo,para que se duerma,es mágico;yo lo esperaba con delirio.
En algunos parlamentarios podemos ver a claras luces,el efecto somnífero del cuento,sobre a los que les va de fábula.
Quizás los padres duermen a los niños así,desde que hubo lenguaje;que niños que no se duermen ha habido desde la prehistoria!eh¡.No son de ahora.

Aún guardo algunos de mis cuentos infantiles,llámame nostálgico...pero ahora me has hecho recordar que las fábulas de Esopo,las leía de pequeño y me impresionaban bastante...Jolin,me has despertado un recuerdo...¡Al fin alguien me hace caso!,dice aquella neurona...

Saludos...

Hagakure dijo...

Leyendo esta buena entrada a todos nos vienen recuerdos de la infancia. Yo tenia un libro de texto en el que salian unos dibujos de fabulas magnificos. Me acuerdo de la cara que le ponian al zorro cuando decia que no le gustaban las uvas,jajaja,imperdible.
Por cierto a mi tambien me da yuyu la frase final.
Un abrazo colegas.