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sábado, 23 de agosto de 2008

El Ojo del Toro



Seguramente sabréis que el Sol es unas 109 veces mayor que la Tierra, y supongo que como a me pasa a mi, es algo dificil de imaginar. Y cuando pienso que hay millones de soles más grandes, los limites se hacen más difusos todavía.

Os imagináis un astro que sea 4.800 veces mayor que nuestro planeta?

Y si pensamos que este astro se aleja de nosotros a unos 200.000 km/h? ¡Doscientos mil kilómetros por hora! Esto hace que, por efecto Doopler, veamos la luz que nos llega de un tono rojizo.

Para acabarlo de complicar, resulta que la luz que vemos hoy de este sol gigante, salió hacia nosotros hace unos 65 años. Imagino a qué distancia se encuentra ese punto brillante del firmamento... y flipo!

Pues bien, esta estrella a la que me refiero es Aldebaran (alfa Tauri). Es una estrella de primera magnitud de luminosidad y que ocupa el lugar del ojo en la constelación de Tauro, dentro del cúmulo de las Híades.
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El nombre de Aldebaran procede del árabe y significa “la que sigue”, por estar después de las Plèyades, cerca de la eclíptica. De hecho, es un método que sigo para confirmar que se trata de Aldebaran la estrella brillante y rojiza que observo cerca de Orión: miro si las Pléyades están también “ahí al lado”.

Aldebaran fue a lo largo de más de dos milenios una de las cuatro Estrellas Reales y señaló el equinoccio vernal hasta el 1.700 a.C., junto con Antares que marcaba el equinoccio de otoño, Regulus que señalaba el solsticio de verano y Amphora que, según algunos astrónomos, indicaba el solsticio de invierno.

Y es que Aldebaran es una estrella que, además de destacar en la cúpula celeste, contiene mucha carga simbólica. Comparte leyendas y tradiciones con las Híades, las Pléyades y con su constelación de Tauro. No en vano recibe Aldebaran el sobrenombre del “Ojo del Toro”.

jueves, 7 de agosto de 2008

Delta de l'Ebre

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Allí donde el río besa el mar, cerrando el ciclo del agua y ganando - con los siglos - tierra firme.

Allí donde conviven en armonía aguas dulces y saladas, se inundan los campos cosechados de tallos verdes y blanco arroz, y se bañan en sus bahías los cultivos de moluscos.

Allí donde el horizonte llano ofrece rojizos amaneceres, donde el silencio sólo se perturba por las olas del mar, donde sus largas playas son ocupadas por unos pocos que buscan en la arena los tesoros escondidos.

Allí donde entre sus dunas y vegetación anidan gran cantidad de aves, y donde entre sus canales y lagunas abunda la pesca.

Allí donde en sus espolones se produce sal a base de mar, sol y viento, donde se practica la pesca y los deportes navíos, y donde se practica el descanso de unos, y el trabajo de otros.

Allí donde junto a su gastronomía de arroces y moluscos se percibe ese ambiente tan genuino, esa naturaleza salvaje. Y donde todavía se percibe la virginidad de sus playas... allí hemos tenido la suerte de pasar unos días de nuestras vacaciones.