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domingo, 3 de mayo de 2015

Gran descubrimiento románico


"Levantado el muro contra la voluntad de los inmortales dioses, no debía subsistir largo tiempo" Homero (VIII AC)



En ocasiones, mientras los quehaceres diarios ocupan nuestro tiempo de forma inexorable, la mente se evade hacia esos momentos anteriormente vividos y que van llenando tu vida de auténtico valor. 

En ocasiones, esos pensamientos se desplazan hacia ese grupo de amigos que se originó en torno al románico en medio de circunstancias extrañas, cuando, víctimas de egocentrismos y memeces ajenas, acabamos desarrollando lazos de afecto al erigirnos defensores de valores como los de lealtad y el respeto por la amistad. 

En ocasiones, las estrellas se alinean y los destinos se van entretejiendo sin que apenas podamos intuirlo. Y en ocasiones, todo lo anterior se reúne en un mismo instante:



* Rivi Jones, en el templo perdido

Rubén Oliver Jové, nuestro Rivi, había decidido levantarse antes que el sol y enfrascarse en una de sus rutas imposibles. Subyugado por una perseverancia instintiva, ignoraba que ese día, el viejo ancestro, estaba esperando.

Tras horas de trayectoria y rastreo encontró aquella edificación que buscaba, muy maltrecha tras un abandono de muchos años, la puerta rota y atrancada por los escombros, el techo caído y gran parte del encalado despegado dejando al aire trozos de la pared originaria. Y en el interior, arruinado, un muro divisor del tambor absidial mostraba un agujero reventado en el que no dudó introducirse.



Y así fue, como poco después y mientras el resto seguíamos enfrascados en nuestras tareas diarias que, al oír el tono del whatsapp, nuestras mentes se agruparon, de nuevo, en torno a un mensaje:  

 -"Alerta Románica", expresaba la frase enviada. Y luego, unas fotos con la pregunta: 

"Es lo que yo creo?"





Un relámpago fugaz invadió nuestra conciencia. No dábamos crédito a nuestros ojos. Improntas de pinturas que se antojaban románicas, estaban en la pantalla de nuestro móvil, acabadas de fotografiar por Rubén en el interior de ese agujero. 

En ocasiones, te parece inconcebible lo que ves, tanto, que incluso dudas a pesar de las pruebas incuestionables que te presentan. Y en ocasiones, no queda más remedio que ir a constatar si ese sueño tan increíble es real. 


Un par de días después, madrugando esta vez antes que el Rivi, nos presentamos en su casa dispuestos a acompañarlo.

Las seis de la mañana no es mala hora para, entre abrazos y chistes malos, comenzar una dura ascensión si el momento y los amigos lo requieren. 

Tras una noche tormentosa, todo eran brumas, frío y lodazales, pero nada truncó el conseguir llegar a nuestra meta.



La iglesia es de una sola nave con cubierta a doble agua, en avanzado estado de derrumbe y altar al este. Sin elementos ornamentales aparentes, tiene una sola puerta sobre la fachada oeste, donde se añaden otras dos pequeñas ventanas y un rudimentario óculo.

La elevación del muro, construido en época posterior a la románica, es lo que trunca el ábside y ha impedido, hasta el momento, poder acceder a esas pinturas.


Tan solo introducirnos en el agujero de la hornacina, pudimos ver de inmediato la ventana cegada y el intenso cromatismo a su alrededor.





El hallazgo:



En el interior de ese pequeño espacio, se encuentra oculto y secreto el primitivo ábside. Sus paredes están repletas de improntas y restos de color pigmentado, ocres, tierras, azul, negro y rojo:

Una mandorla, de forma redonda y decorada, dentro de la cual podemos llegar a percibir la parte inferior de las vestiduras del Maiestas con un pie sobre el escabel. Es visible, asimismo, una parte del tetramorfos, los lomos traseros del león y del toro, símbolos de los evangelistas San Marcos y San Lucas.

También siluetas de peces; anchos ribetes de puntos rojos, siluetas de figuras nimbadas, entre las que destaca la imagen de la Virgen orante, que permanecen de pie bajo arcadas que se insinúan palmeadas y que a buen seguro estaban perfectamente decoradas en su estado inicial.





En la zona inferior, una cenefa de doble entrelazo con grueso cordón horizontal y un faldón blanco que, cubierto en estos momentos por pedruscos, tierra y excrementos de animales campestres, sin duda, debe llegar hasta la base del suelo.

Y, como era de esperar, arriba, sobre la cubierta que actualmente ya esta desplomada, la parte celeste de esta escena iconográfica tiene su continuación: cenefas, ondas, pájaros y tallos vegetales se adivinan perfectamente bajo la cañiza y la suciedad.



 *Extasiados

Como si lo estuviéramos contemplando en sus primeros tiempos, quisimos visualizar la escena en nuestra mente: 

El Maiestas Domini sedente, en su almendra mística, bendiciendo con su diestra y sujetando el libro de la Vida en la otra, rodeado del tetramorfos y quizá, de algún otro ser angélico. Bajo sus pies, la parte acuosa de la creación, los peces poblando los mares y, encima, los cielos con sus aves y la vegetación que se asienta en la tierra, mostrándose como regente y presidiendo toda la manifestación creada.

Esquema del ábside en 3D
Y bajo esa escena, en el registro central del ábside, indicando la relevante importancia de ambos componentes, se encuentran bajo un doble arco la única ventana del templo, ataviada con triángulos pigmentados con la paloma mística en su culmen y, la representación muy insólita de una Virgen Orante, imagen intercesora de clara influencia paleocristiana.

Todo ello acompañado por ambos lados de un pequeño séquito de apóstoles o santos nimbados, bajo unos arcos palmeados revestidos de ornamentación y de color. Un color precioso y vivo, del que ahora sólo queda su compungida huella.



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Nuestra atención se dirigió también hacia la prolongación de los laterales del ábside, blanqueados no sabemos cuantos años atrás. 

No se observa nada, excepto que en la parte superior del muro izquierdo, ya hace tiempo se había formado un gran embolsamiento de humedad y que, actualmente, ha llegado incluso a cuartear el encalado.

Quizá la lluvia que había caído con fuerza esa misma noche ayudó a que, con solo presionar el yeso, éste cediera, y ante nuestros ojos atónitos continuaron apareciendo más grabados y siluetas fragmentadas de intenso color rojo.



La silueta de un apóstol con una llave, San Pedro, como no. A su lado, otro que parece llevar báculo o bastón de peregrino, Santiago, quizá?, encima de ellos, un querubin y, más arriba, el tetramorfos de San Juan, el águila, a la que nos contuvimos de descubrir del todo ya que era el momento de hacer una reflexión.

Con casi total seguridad, la mandorla con su Cristo en Majestad siguen enteros bajo el encalado, junto a gran parte de las pinturas correspondientes que, aunque muy degradadas, pueden resultar de importantísimo valor cultural.

Tanto el trazo floral que embellece la mandorla, como las ondas caracoladas del registro superior, tienen ciertas semejanzas con ornamentaciones de pinturas románicas de los s.XI-XII de las zonas de los Pallars y de Andorra.

Asimismo, la presencia de una Orante junto a la ventana en esa zona principal del abside, solo tiene un precedente que sepamos, en las pinturas murales de Sant Cristofol de Toses en el Ripollés. Pensamos que, quizá el diseño de nuestro ábside hallado, procediera de una primerísima influencia italiana en la pintura románica catalana.

Tras el descubrimiento hace más de dos décadas de las pinturas de la iglesia de San Vicenç d'Estamariu, a buen seguro éste es el hallazgo pictórico del románico catalán más importante de los últimos años.

Planimetria de la nave

Cabestany, de Salud y Románico  

tomando notas de la planta
Es el momento de comunicar esos hallazgos que sobrepasan nuestros medios, fomentar su protección y promover la declaración de este pequeño santuario como Bien de Interés Cultural.

En ocasiones, las estrellas se alinean y los destinos se van entretejiendo sin que apenas podamos intuirlo. Y en ocasiones, todo lo anterior se reúne en un mismo instante:

Este fue nuestro gran instante!!


miércoles, 8 de enero de 2014

Cuadrados mágicos

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Unos por querer encerrar crípticos secretos y otros por querer descifrar sus enigmas, los cuadrados mágicos han fascinado a muchos desde hace más de cuatro milenios.

Tomando como punto de partida que se deben distribuir los números en las casillas de un cuadrado de n x n, de modo que coincida la suma de filas, columnas y diagonales, se puede obtener fácilmente que el valor de la suma en un cuadrado mágico de 3x3 ha de ser el triple del número que pongamos en el centro, o que en uno de 4x4, con los números del 1 al 16, siempre los totales deberán ser 34. Además, para cuadrados mágicos de órdenes superiores, existen algoritmos que sistematizan su construcción.

Otras propiedades que refuerzan el aspecto “mágico” de estos cuadrados son, por ejemplo, que la suma de los cuatro vértices suman el mismo total o que la permutación de algunas filas o columnas da como resultado otro cuadrado mágico. Todo un mundo de posibilidades que ayudan a descubrir ideas y estrategias combinatorias, así como utilizarlos para esconder “sigilosamente” mensajes mágicos. Tal vez por estas razones, en el campo del esoterismo se han identificado determinados cuadrados mágicos con las propiedades que representan los planetas.

Pero en matemáticas resulta habitual encontrar relaciones entre problemas similares, también llamados isomorfos. Se trata de encontrar analogías en otro tipo de problemas que, si bien en apariencia son distintos, se comportan bajo las mismas reglas “secretas” de, por ejemplo, el cuadrado mágico. Así resulta que un juego de elección cartas, o de estrategia de cruces en una matriz de 4x4, o en el juego del tres en raya, puede tener correspondencia isomorfa con el cuadrado mágico. De este modo, problemas que bajo una formulación determinada resultan muy difíciles de resolver, suelen resolverse transformándolos en problemas isomorfos donde se es capaz de llegar a una solución y, posteriormente, aplicar una transformación inversa para obtener la respuesta al problema original. Con esto, los matemáticos nos dejan claro que algunas veces hay que poner buenas dosis de imaginación para resolver un problema, y que el camino de la solución no se nos aparece siempre ante los primeros intentos. 


Un cuadrado mágico del que tengo constancia por su singularidad es el representado en la fachada de la Pasión del templo de la Sagrada Familia. Su originalidad estriba en que se repiten dos veces los números 10 y 14, mientras que el 12 y el 16 no aparecen. Tal vez para que la suma fuera de 33, de claro simbolismo crístico; tal vez para evocar una vinculación con los grados de la masonería... o, tal vez, para facilitarnos la respuesta al problema original?
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domingo, 22 de diciembre de 2013

Solsticio de invierno: el Nacimiento del Sol


Desde la antigüedad el hombre ha celebrado el solsticio de invierno como un “nacimiento de vida” en la tierra. La identificación de esta fecha en la que el día solar está en la mínima expresión y “renace” el ciclo para dar vida en la tierra a través de su creciente fuerza se catalizó en la antigüedad haciendo que, en numerosas religiones, nacieran en esta fecha dioses e hijos de dioses.

La festividad asociada al renacer de la fuerza del Sol, al nacimiento de Mitra, Khrisna, Osiris, Horis, Dionisos, Jesús o el estado de tristeza absoluta de Ceres genera en la humanidad la esperanza que, de nuevo, el Sol, la vida, el agua, den nueva fuerza a la naturaleza, a la tierra, y broten nuevas cosechas que nos den prosperidad.




Más allá del espíritu navideño que nos impregna a todos en estas fechas de sentimientos de amor y de buenos deseos; más allá de la oportunidad de alimentar nuestros espíritus - y nuestros cuerpos- bajo las celebraciones de la “religión” que cada uno profese; más allá del nombre que lo etiquetemos, ya sea Solsticio, Navidad o Año Nuevo; opino que estas fechas nos ofrecen la ocasión de reconocer el lazo ancestral que une a cada uno de nosotros con la tierra y con toda la humanidad.

Así pues:

Que el Sol brille de nuevo con fuerza 
y dé vida a la tierra con fértiles cosechas!


Expresión que podría traducirse en...

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Entre roles anda el juego

Cuando un grupo de personas se reúne para tratar un tema o, sencillamente, en una reunión de amigos, cada uno adopta  –a menudo inconscientemente- un comportamiento o actitud con respecto del grupo, así como con respecto del tema a tratar. Este comportamiento, rol o papel que toma cada uno puede ayudar a que se avance en el tema tratado llegando a conclusiones y a resultados consensuados ampliamente o, al contrario, que se bloquee el tema tratado en alguna cuestión y no se llegue a resultados satisfactorios para la mayoría.

Suele ocurrir que estos roles se distribuyen entre los miembros de una reunión. Si el encuentro se realiza en un entorno profesional, lo normal es que cada cual asuma su rol esperado por la organización, acorde con su grado jerárquico. Sin embargo, si la reunión es informal, los roles asumidos pueden ir variando, puede haber quien desempeñe diversos papeles simultáneamente o incluso puede haber más de una persona con el mismo tipo de rol.


Pero, para centrarnos un poco más en este tema, vamos a exponer algunos roles que se suelen identificar con facilidad:
  • El creativo es aquel del que surgen iniciativas e ideas para llevar a cabo. A veces proyecta una imagen algo extravagante, pero es imaginativo, de mente abierta y, por ello, puede ser capaz de encontrar soluciones a problemas difíciles. Por ello no es extraño que le llamen “la bombilla”. 
  • El coordinador extrae las ideas clave de todas las aportaciones del grupo y encauza las propuestas. Transmite una imagen de seguridad y de madurez, aunque no hace nada efectivo salvo delegar en otros descargándose hábilmente de todo el trabajo personal. Algunos lo llaman “la batuta”.
  • El conciliador procura acercar posiciones entre los miembros del grupo sacando lo bueno de cada postura. Muestra una actitud apacible, cooperadora y diplomática. Tiende a escuchar y a impedir enfrentamientos. Es un papel básicamente cohesionador y por ello suelen llamarlo “el cemento”.
  • El alentador es aquel que reconoce las aportaciones de los demás y muestra una actitud positiva y entusiasta que anima a seguir tras el objetivo. Algunos le ponen el sobrenombre de “la batería”. Aunque en numerosas ocasiones, pasada la fase del entusiasmo inicial, el que adopta este rol se queda bajo de baterías. 
  • El resolutivo recuerda el trabajo a realizar e impulsa al grupo a conseguir la meta propuesta. Se caracteriza por saber concretar cuáles son las tareas a realizar y, entonces, las inicia rápidamente buscando nuevas oportunidades y desarrollando contactos. En algunos argots es llamado “el teléfono”.
  • El evaluador percibe todas las opciones de las cosas tratadas, las juzga y pone en duda determinadas cuestiones. Transmite imagen de persona seria, perspicaz e incluso de estratega. Como analizador de pros y contras de las cosas tratadas es nombrado habitualmente “la balanza”.
  • El implementador es capaz de transformar las ideas expuestas por otros en acciones concretas. Transmite imagen de metódico y ordenado: toma notas, hace lista de tareas y dibuja esquemas del proceso a seguir. Sin embargo, puede ser lento en responder a nuevas posibilidades por la necesidad previa de evaluarlas metódicamente. Parece que el sobrenombre de “la caja de herramientas” le encaja.
  • El finalizador se encarga de la revisión de las cosas. Reacio a delegar en otros, debe supervisarlo todo concienzudamente en busca errores u omisiones. Sin embargo, su sentido de responsabilidad le hace que cumpla con los plazos establecidos. A este tipo de personas perseguidoras de la perfección se les suele llamar “la cinta métrica”.
  • El especialista es aquel que aporta al grupo conocimientos específicos, aunque lo hace solo cuando se trata de un tema que conoce suficientemente. Los hay que aburren a los demás explayándose con disertaciones técnicas, aunque también hay que procuran aportar las informaciones que necesita el grupo simplificándolas en conceptos y cualidades asequibles. Solemos referirnos como “el bata blanca”.



Hasta aquí, si cada uno de los integrantes del grupo va adoptando uno –o varios- de estos roles favorables, aflorará la sinergia que permitirá alcanzar el objetivo planteado. Sin embargo, pueden aparecer miembros del grupo que adopten roles – a veces de manera parcial- que no favorecen la resolución de los temas tratados. Algunos de estos otros roles adversos que dificultan el avance del grupo pueden ser:

  • El dominador, que desea que su postura sea aceptada por todos. Si lo necesita, hasta es capaz de manipular a los miembros del grupo con distintas “artimañas” para convencerlos. Así, el grupo termina pensando que la decisión la han tomado ellos y no por insistencia de una persona.
  • El sabelotodo es aquel que opina en todo momento y de todos los temas. Pero, además, lo hace con soberbia. A pesar que, habitualmente, los demás miembros del grupo tienden a no aceptarlo y a evitar sus intervenciones, éste no cede en su deseo de ser admirado por sus conocimientos.
  • El charlatán siempre tiene palabras para tratar cualquier tema. Interrumpe a sus compañeros y hace largas exposiciones, por lo general, bastante vacías de contenido. Le gusta ser escuchado, por lo que, de cualquier tema, a él o a algún conocido, siempre le ha pasado algo similar.
  • El obstinado no baja la guardia en sus propuestas y no tolera otras distintas. Se muestra intransigente con otras posturas, es capaz de agredirlas verbalmente para enfatizar su opción. Su postura cerrada obstruye el amplio análisis del tema, no pudiéndolo tratar libremente desde diversos puntos de vista.


Podríamos definir más roles. Aunque algunos de ellos serian una aleación de varios de los expuestos aquí. De hecho, opino que habitualmente usamos varios roles a la vez, mezclándolos en mayor o menor grado en cada momento. 


Porque, en definitiva y tras estos roles que encasillan actitudes, siempre dejaremos entrever el ego de cada uno y, por tanto, los roles irán modulados por el filtro de nuestra personalidad.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

De la bombilla tradicional a la lámpara LED


Hacia finales del siglo XIX se empezaron a comercializar las bombillas de filamento incandescente. Así, durante todo el siglo XX, la bombilla tradicional ha iluminado las noches de millones de hogares de todo el mundo. 

Tras algo más de 120 años de alumbrarnos, la Unión Europea va prohibiendo la comercialización de la típica bombilla incandescente debido a su baja eficiencia: convierte en luz sólo el 5% de la electricidad consumida, el 95% restante… se disipa en calor.

También las bombillas halógenas son poco eficientes. Llegan a obtener sólo del orden de 20 lúmenes por vatio de potencia consumida (lm/w). Aunque estas bombillas halógenas siguen de “moda”, lo cierto es que, poco a poco, los fluorescentes o las bombillas de “bajo consumo” han ido invadiendo nuestras casas en las últimas décadas.


Incandescente 60w   -   Fluorescente bajo consumo 18w   -    LED 8w

Pero los fluorescentes y las bombillas de bajo consumo, a pesar de que consiguen niveles de eficiencia energética del orden de los 80 lm/w y que su vida media (unas 10.000 horas) es superior en unas cinco veces a la de la bombilla incandescente, tienen también asociados algunos inconvenientes: contienen mercurio, por lo que son muy contaminantes si no se reciclan convenientemente, tardan unos segundos en encenderse y, una vez encendidas, necesitan unos minutos de calentamiento hasta estar a pleno rendimiento de emisión de luz.


Lámparas LED

Hace escasos años empezaron a despuntar las lámparas hechas con LED. Como era una tecnología poco experimentada en el campo de la iluminación las bombillas salían inicialmente caras. Actualmente, y en parte ayudado por los aumentos del coste del kw-h de las compañías eléctricas, la tecnología LED está abriendo una nueva era, tomando el relevo a la bombilla tradicional.

Las lámparas de LED ofrecen grandes ventajas económicas y ecológicas:
  • El 95% de la electricidad consumida se convierte en luz y sólo el 5% en calor.
  • Consigue rendimientos del orden de 100 lm/w. Es decir, que respecto las halógenas, pueden obtener la misma luz ahorrando un 80% de energía.
  • No necesitan tiempo de arranque y los LED emiten luz a pleno rendimiento al instante.
  • La vida media es superior a las 50.000 horas de funcionamiento.
  • No contienen mercurio ni otros elementos contaminantes del medio ambiente.
  • No emiten radiación infrarroja ni ultravioleta.


Lámparas dicroicas halógenas (2 x 40w) y sus equivalentes dicroicas LED (2 x 6w)

Sólo hay un inconveniente inicial: frente a los costes habituales de compra de las bombillas incandescentes, las halógenas o las de bajo consumo, las bombillas de LED son un poco más caras. No obstante, el periodo de retorno de la inversión inicial en lámparas LED es, habitualmente, del orden de uno o dos años.


Periodo de retorno

Entendemos aquí por periodo de retorno el tiempo necesario para recuperar el dinero que nos cuesta comprar una lámpara LED. Y es que a base de ahorrar en consumo de energía eléctrica y a base de ahorrar en no tener que comprar bombillas cada “dos por tres”, a la larga, acabamos gastando menos dinero si nos cambiamos al LED.

Veamos, a modo de ejemplo, cómo podemos valorar el periodo de retorno de una lámpara LED frente a una bombilla incandescente.
  • La bombilla tradicional de 60w tiene un coste de 0,75 € y una vida media estimada de 2.000 horas.
  • La lámpara LED (equivalente en lúmens, de unos 600 lm) resulta ser la de 8w, cuesta 16,5 € y tiene una vida media estimada de 50.000 horas.

Comparación entre bombilla incandescente y lámpara de LED

Pretendemos averiguar el “coste por hora” en cada caso, atendiendo a los costes de compra y a los costes de consumo.

La bombilla tradicional tiene un coste por hora de:
  • Inversión: 0,75€ / 2.000horas = 0,00037500 €/h
  • Consumo: 60w X 0,18 €/kw-h = 0,01067220 €/h
Con lo que cada hora que pasa 0,01104720 euros que nos cuesta.


La bombilla LED tiene un coste por hora de:
  • Inversión: 16,50€ / 50.000horas = 0,00033000 €/h
  • Consumo: 8w X 0,18 €/kw-h = 0,00142296 €/h
Con lo que cada hora que pasa 0,00175296 euros que nos cuesta.



Como vemos, cada hora que usamos la lámpara LED ahorramos 0,00929424 eurillos (casi un céntimo de euro!). Y, como la lámpara LED nos costó 16,50€, pues necesitaremos:

Tiempo de retorno de inversión en horas: 16,50€ / 0,00929424€/h = 1.775 h

Supongamos que se trata de una bombilla que encendemos 6 horas al día. Entonces, esas 1.775 horas equivalen a… sólo 10 meses !!!

Así que, con este pequeño análisis, descubrimos que la iluminación con tecnología LED es energéticamente eficiente, ecológicamente respetuosa con el medio ambiente y económicamente rentable para nuestros bolsillos.


Bienvenidos, pues, a la era del LED !!!



domingo, 4 de noviembre de 2012

Tras la seta secreta


Durante todo el año me resulta agradable pasear por el bosque descubriendo sus múltiples secretos y deleitándome con los variados paisajes que nos ofrece la naturaleza. Sin embargo, con la llegada del otoño, el bosque se me torna especialmente atrayente. Y es porque además del abanico de colores de sus ramas, sumergen unos preciados tesoros que parecen como si hubieran estado todo el año escondidos bajo tierra.




Es una ocasión para poner a prueba un instinto aletargado durante todo el resto del año. Una mezcla de experiencia e intuición te dirige hacia donde, tal vez, puedes encontrar este tesoro auto-desenterrado. La especie de árbol de la zona, el tipo de suelo, su vegetación, su humedad, la orientación cardinal del terreno, la incidencia de la luz… son pistas para conocer los lugares más propensos a encontrar según qué setas. No obstante, el lugar concreto donde crecen es típicamente un secreto celosamente guardado.

Es, también, una ocasión que me permite entrar en un contacto más íntimo con la naturaleza. Abandonar el camino habitual para penetrar entre árboles, rodear maleza y pinchos, ojear cuidadosamente bajo arbustos y llegar a rincones insospechados que, si no fuera por la excusa de que tal vez ahí encontraré algo, no accedería jamás. Como si de un radar visual se tratara, rastreas visualmente el suelo en busca de una seta. A veces aparece ahí mismo, ante ti, tras un matorral; otras aparece en forma de una disimulada pista, como un abultamiento en la capa de hojas caídas o un punto de color peculiar que asoma tímidamente en el suelo.






Es un momento sin igual localizar algún ejemplar. Te acoge una mezcla de alegría y respeto. Alegría por conseguir ese objetivo perseguido y respeto por identificar correctamente de que seta se trata, por saber discernir si es comestible o tóxica y, también, porque es un acto en el que recoges un “fruto” que te aporta la “madre tierra”.






Tras la recolección, limpiarlas cuidadosamente. Revisar una a una su estado, clasificarlas y cocinarlas.




Y, finalmente, degustar el sabor peculiar de cada especie compartiéndolas en una buena mesa. Otra ocasión sublime en la que penetra a través de los sentidos algo que trasciende lo corpuscular. Y es que la micología es un mundo fascinante no sólo lleno de ciencia y gastronomía, si no también lleno de misterios.





martes, 11 de septiembre de 2012

Ventana con vistas a la Realidad


De todo el Universo, sea finito o infinito, sólo podemos afirmar –y con reservas- que conocemos una minúscula porción. Un planeta llamado, por nosotros, Tierra.

De todo el Universo, que se presume que tiene hasta 11 dimensiones, sólo somos capaces de percibir en nuestra realidad cotidiana una ventana de tres dimensiones. O cuatro, si consideramos la dimensión del tiempo.



De todos los lugares del mundo: montañas, sierras, lagos, bosques, pueblos, ciudades, monumentos,… sólo podremos llegar a conocer, por mucho que viajemos a lo largo de toda la vida, una pequeña parte de ellos.

De todos los sonidos que vibran por el mundo, sólo podemos oir una pequeñísima porción que va, con suerte, desde los 20 a los 20.000 hertzios. Y de la cantidad de sonidos oídos, solo escuchamos aquellos en los que centramos la atención.

De todos los olores, aromas y sabores que deben haber en nuestro planeta, nuestros sentidos sólo pueden oler o degustar una pequeñísima parte de ellos.

De todo el espectro electromagnético conocido, digamos que desde las ondas largas de radio hasta las frecuencias de los rayos cósmicos, sólo vemos -sin usar instrumentos- una pequeñísima porción a la que le llamamos Luz Visible.

De toda esa luz que llega a nuestra vista, de todas esas imágenes que alcanza nuestra vista, sólo vemos aquello en lo que fijamos nuestra atención.



De todos los libros, artículos e informaciones que hay en el mundo, sólo leeremos a lo largo de nuestra vida una pequeñísima porción. Y de esa porción leída, sólo retenemos en nuestra memoria una pequeñísima parte.

De todas las ciencias que nos sirven para conocer algunos aspectos de la realidad, sólo conoceré una pequeñísima parte de ellas y, por lo tanto, una ínfima parte de esos aspectos de la realidad.

De toda la gente que hay en el mundo, sólo conozco a una parte muy reducida de personas. Y, muchas de estas personas que prejuzgo conocer, sólo sé una pequeña parte de su vida, de cómo son y de lo que piensan. 

De todos los siglos, años y días que ha habido y que habrá en el tiempo de vida de nuestro mundo -sin considerar aquí el concepto de eternidad-, sólo estaré presente durante una pequeñísima parte en esta situación de intermitente consciencia llamada vida.

De todos los días vividos en el pasado, sólo recuerdo una pequeñísima parte de lo que hice en algunos de ellos. Y gran parte de esos recuerdos se desvanecen de la memoria con el paso del tiempo.

De todas las experiencias vividas en el pasado, sólo he aprehendido algo de una pequeña parte de ellas.

De todas las ideas que han circulado por mi mente, sólo han pasado al plano consciente una pequeña parte de ellas. Y de esas ideas, a partir del filtro de la razón, he creído reales sólo una parte de ellas.



Así, consciente de las limitaciones de nuestro ser y de las limitaciones de nuestro conocimiento, me permito relativizar esos “grandes problemas” que nos anuncian los medios de comunicación. Y, dentro del pequeño margen de capacidades de “ver” la Realidad a través de una pequeñísima ventana, voy a procurar disfrutar de esa parte, experimentarla, recordarla y aprehender de ella.

Porque esa minúscula parte de la Realidad que alcanzaré a conocer a lo largo de toda mi vida es TODO para mi. Es toda mi existencia.

domingo, 8 de julio de 2012

Rebaños bajo control


Es de conocimiento común que los gobiernos promueven deportes, juegos, fiestas, banquetes y aficiones con el estratégico fin de distraer a la plebe de los problemas que realmente afectan al conjunto de la sociedad. Se trata, seguramente, de una de las más antiguas técnicas de control de masas: mantener al populacho ocupado en tonterías y, así, que no tenga tiempo de pensar en los principales problemas.


Si embargo, el “pan y circo” no es el único método maquiavélico de someter a la muchedumbre a la merced de los que mandan. Utilizando y ejerciendo el control de instrumentos como la educación, los medios de comunicación o la religión, los que mandan modelan nuestras mentes a su antojo. Nos inculcan los valores, costumbres, conductas sociales y morales sabiamente preestablecidas que nos limitan, nos alinean y nos someten, con lo que hace más difícil la sublevación del pueblo hacia el sistema. Se encargan de transmitirnos los conocimientos y las noticias que les conviene según el momento, para así mantenernos bajo una controlada ignorancia. Les conviene tener al pueblo inculto, sumergido en la chabacanería y la ordinariez, para manipularlo mejor. Además, les conviene generar un estado de bienestar basado en la mediocridad, para que la plebe se encuentre cómoda en su incultura y no tenga demasiadas ansias ni aspiraciones de salir de su vulgaridad. Es un antiguo modo de esclavizar a las masas. El gentío, consciente de sus cortas capacidades, se somete a los que mandan y hasta se cree culpable de los problemas existentes.


Y así, los que nos mandan crean problemas –incluso adrede-, influyen y aplican en la plebe las inconveniencias de esos problemas, dejan que se encuentren soluciones –a menudo ya previstas por ellos desde el inicio-, o presentan esas soluciones mostrándose entonces ellos como “los salvadores del mundo” y, de este modo, se implantan soluciones controladas por los que mandan. Soluciones controladas que suelen significar un retroceso social o económico, pero que, de este modo, son vividas por la plebe como un mal menor. Un mal necesario.

Males necesarios que, a menudo, los que nos mandan los aplican gradualmente, por etapas, por pequeñas dosis, para que vayamos aceptando poco a poco lo que inicialmente nos hubiera parecido del todo inaceptable. Otras veces aplican el “mal necesario” diferido en el tiempo, anunciando que va a entrar en vigor en una fecha futura. Así la muchedumbre se va haciendo a la idea del sacrificio a efectuar y, tal vez, se mantiene ingenuamente la esperanza que este sacrificio futuro sea indultado.

Y si, además, influyendo a través de los instrumentos ya mencionados de la educación, de los medios de comunicación o de la religión, le añadimos el control de la plebe en sus emociones, valores, nacionalismos o ideas, los que mandan pueden llegar a manipular la base de la consciencia de las masas hacia donde mejor les convenga.

Y quiénes son “los que mandan”? Pienso que no necesariamente son los gobiernos. En muchos aspectos son los poderes económicos los que someten a gobiernos, medios de comunicación y a los líderes a acatar sus líneas de pensamiento, sus directrices y sus intereses. Así pues, doy la razón a quienes piensan que los que mandan se mantienen difusos tras los velos de los gobiernos o de las entidades financieras.

Y es este conjunto de ruines métodos estratégicos los que corrompen, bajo mi percepción, lo idílico que podría ser una democracia. En este aspecto, comparto la opinión de Rousseau expresada en El Contrato Social respecto a que si el pueblo, en su conjunto, no tiene una voluntad propia sino que tiene la voluntad inferida por “los que mandan”, la democracia se desnaturaliza en una oclocracia, donde la muchedumbre elige a sus representantes de gobierno con una voluntad viciada por todas estas estratagemas que nos limitan, nos someten y nos esclavizan.
  


Así pues, en la medida de mis posibilidades, procuraré evadir los efectos propagandísticos y manipuladores que nos bombardean diariamente. Procuraré seguir dedicando una parte del tiempo de mi vida a cultivar la mente de una manera abierta, procurando mantener una conciencia clara y racional sobre lo que realmente importa y, a pesar de estar atrapado en esta entramada sociedad, procuraré ser crítico y generarme, así, mi propia voluntad.

domingo, 15 de abril de 2012

Ritmo: el principio hermético


Entre las lejanas Grecia y Egipto, en épocas de su esplendor dinástico y contemporáneo de Abraham, hubo un hombre “tres veces grande” al que se le conoció por Hermes. Hermes Trismegisto.

Maestro fundador de la filosofía hermética, sus enseñanzas se recogieron en “El Kybalion” en forma de máximas o principios fundamentales. Cada uno de los siete principios en que se resume la doctrina hermética parece ser como una semilla-idea que, para quien esté dispuesto a recibir, le florezca en su interior el secreto, el significado oculto, el dominio de las fuerzas mentales, su transmutación ...

Salvando el hermetismo de esta filosofía; a pesar que durante siglos sus axiomas fueron celosamente guardados; los enunciados del Kybalion han llegado a los discípulos capaces de comprender, haciendo cumplir así el principio de causa y efecto, de atracción entre labios de sabiduría y oídos preparados para recibirla.

Pues bien, para quienes puedan ser receptores del mensaje, dejo aquí como muestra el Principio del Ritmo:


“Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación hacia la izquierda; el Ritmo es la compensación.”




Su profunda comprensión puede arrojar mucha luz sobre problemas difíciles y oscuros. Pero como se trata de una enseñanza hermética, aquí dejo la semilla-idea. Que ésta germine depende de cómo la cuide cada uno.

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sábado, 18 de febrero de 2012

El jardín del Edén

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Hace ya muchos, muchos años que, al salir por primera vez al balcón de casa, me sorprendió la imagen del jardín. Recuerdo esa una sensación placentera de paz, una ilusión de poder tener, a escasa distancia de mí, esa enorme copa de palmera de largas y esbeltas hojas que, tendiendo el brazo, casi podía alcanzar.

El jardín del convento se me presentó como un paraíso. Ese silencio moteado por los trinos de los pájaros, ese toque de campana para indicar la comida a la congregación, ese revoloteo de pajarillos despuntando el día, esos cantos gregorianos que se oían como un murmullo de fondo los domingos al mediodía, ese olor de primavera ante la floración de los árboles, esos colores vivos radiando de la pérgola violácea, esos ramos naturales del rosal laureado... Todo eso proporcionaba, tanto a mi como –supongo- a todos los que tuvimos la gran suerte de poder vivir en el entorno cercano al jardín del convento, de una aproximación a lo divino. Fue como poder tener cercana la fuente del Edén y, cuando salía al balcón, absorbía un poco de su preciada ambrosia.


El convento dedicó casi un siglo a ser colegio. Mis hijos asistieron de párvulos, tuvieron el cariño sincero de las monjas misioneras y jugaron, durante unos años, en el jardín del convento. Aprendieron de él, de sus olorosas flores, de sus verdes plantas, de sus dulces frutos, de su húmeda tierra. Y se impregnaron, como nos impregnamos todos nosotros, de esa aura, de ese espíritu que, desde el cielo, descendía a través de los árboles del jardín hasta llenar nuestros corazones.

Hemos disfrutado de un oasis de paz en el centro de una voraz ciudad. Estas palmeras centenarias, esos árboles, llevan en su savia infinitos recuerdos de todos los que vivimos rodeando el jardín. Y el Jardín del Edén nos ha ayudado a todos a Vivir durante muchos, muchos años.


Pero los años han ido pasando, las cuatro enormes palmeras de canarias han sumado otros veinticinco más desde esa primera vez que las vi. Ahora, ya centenarias y con más de quince metros de altura, se enfrentan silentes y junto al resto de los árboles del frondoso jardín a unas amenazas de muerte que, paradójicamente, proceden del sector eclesiástico. No parece que haya piedad, ni misericordia, ni sensibilidad, ni recuerdo, ni nostalgia por esa historia latente en el jardín del convento. No hay valores religiosos, sino económicos, en el obispado de Barcelona.

Sin embargo le debo, le debemos, a ese jardín, a esas palmeras, a esos árboles, a esos pájaros, que salgamos en su inocente defensa. Nos han ayudado a vivir durante muchos, muchos años, aportándonos aire limpio y paz de espíritu. Ahora nosotros debemos ayudar al Jardín del Edén a sobrevivir a estas amenazas del diablo disfrazado con báculo y mitra.

Ojala nuestro jardín del convento cuente también con la gracia de Dios.


Para saber más y mejor visitad la página de http://salvemeljardi.blogspot.com/ o enviar correo electrónico a salvemeljardi@gmail.com