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martes, 11 de septiembre de 2012

Ventana con vistas a la Realidad


De todo el Universo, sea finito o infinito, sólo podemos afirmar –y con reservas- que conocemos una minúscula porción. Un planeta llamado, por nosotros, Tierra.

De todo el Universo, que se presume que tiene hasta 11 dimensiones, sólo somos capaces de percibir en nuestra realidad cotidiana una ventana de tres dimensiones. O cuatro, si consideramos la dimensión del tiempo.



De todos los lugares del mundo: montañas, sierras, lagos, bosques, pueblos, ciudades, monumentos,… sólo podremos llegar a conocer, por mucho que viajemos a lo largo de toda la vida, una pequeña parte de ellos.

De todos los sonidos que vibran por el mundo, sólo podemos oir una pequeñísima porción que va, con suerte, desde los 20 a los 20.000 hertzios. Y de la cantidad de sonidos oídos, solo escuchamos aquellos en los que centramos la atención.

De todos los olores, aromas y sabores que deben haber en nuestro planeta, nuestros sentidos sólo pueden oler o degustar una pequeñísima parte de ellos.

De todo el espectro electromagnético conocido, digamos que desde las ondas largas de radio hasta las frecuencias de los rayos cósmicos, sólo vemos -sin usar instrumentos- una pequeñísima porción a la que le llamamos Luz Visible.

De toda esa luz que llega a nuestra vista, de todas esas imágenes que alcanza nuestra vista, sólo vemos aquello en lo que fijamos nuestra atención.



De todos los libros, artículos e informaciones que hay en el mundo, sólo leeremos a lo largo de nuestra vida una pequeñísima porción. Y de esa porción leída, sólo retenemos en nuestra memoria una pequeñísima parte.

De todas las ciencias que nos sirven para conocer algunos aspectos de la realidad, sólo conoceré una pequeñísima parte de ellas y, por lo tanto, una ínfima parte de esos aspectos de la realidad.

De toda la gente que hay en el mundo, sólo conozco a una parte muy reducida de personas. Y, muchas de estas personas que prejuzgo conocer, sólo sé una pequeña parte de su vida, de cómo son y de lo que piensan. 

De todos los siglos, años y días que ha habido y que habrá en el tiempo de vida de nuestro mundo -sin considerar aquí el concepto de eternidad-, sólo estaré presente durante una pequeñísima parte en esta situación de intermitente consciencia llamada vida.

De todos los días vividos en el pasado, sólo recuerdo una pequeñísima parte de lo que hice en algunos de ellos. Y gran parte de esos recuerdos se desvanecen de la memoria con el paso del tiempo.

De todas las experiencias vividas en el pasado, sólo he aprehendido algo de una pequeña parte de ellas.

De todas las ideas que han circulado por mi mente, sólo han pasado al plano consciente una pequeña parte de ellas. Y de esas ideas, a partir del filtro de la razón, he creído reales sólo una parte de ellas.



Así, consciente de las limitaciones de nuestro ser y de las limitaciones de nuestro conocimiento, me permito relativizar esos “grandes problemas” que nos anuncian los medios de comunicación. Y, dentro del pequeño margen de capacidades de “ver” la Realidad a través de una pequeñísima ventana, voy a procurar disfrutar de esa parte, experimentarla, recordarla y aprehender de ella.

Porque esa minúscula parte de la Realidad que alcanzaré a conocer a lo largo de toda mi vida es TODO para mi. Es toda mi existencia.