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domingo, 5 de septiembre de 2010

El forjado de un "tetramorfos" secreto

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Los tetramorfos ocupan lugares destacados en los templos románicos como pueden ser los ábsides, tímpanos o capiteles. Sin embargo, hay otros discretos objetos en el románico que también contienen, secretamente, la esencia de los cuatro elementos del tetramorfos - tierra, aire, fuego y agua - : los herrajes forjados.





Tierra
El hombre, a fuerza de golpes de pico, extraía la piedra rojiza de las minas que penetraban lentamente hacia las entrañas de la tierra siguiendo sus oxidadas venas. El mineral, de alto contenido en óxidos de hierro y que, en forma de rocas y bloques, atesora la sangre de la tierra, era transportado hasta un lugar cercano a la boca de la mina.

De nuevo, a fuerza de golpes de pico, el minero molía el mineral y amontonaba los preciados fragmentos junto al horno.


Aire
El hombre, a fuerza de golpes de hacha silbando al viento, talaba los árboles del entorno de la mina. El ruedo del claro en el bosque iba creciendo, con el paso del tiempo, alrededor del yacimiento. La madera, esa fuente de energía viva que, a base de respirar por sus hojas y recibir la fuerza del Sol, crece lentamente hacia el cielo, guarda en su esencia el aire, el soplo de Abraham, como una singular manifestación de la Vida en la Naturaleza.

De nuevo, a fuerza de golpes de hacha, el leñador troceaba troncos y ramas convirtiéndolos en inertes leños y amontonaba los preciados fragmentos dejándolos secar pacientemente.


Fuego
El carbonero apilaba los leños secos en sabia disposición, los cubría con ramas tiernas y tierra para evitar que el aire penetrara hacia el interior de la pila y prendía fuego en el corazón de la carbonera. Lentamente, la acción de un ahogado fuego iba avanzando por el montón convirtiendo los leños en un preciado carbón vegetal.

El fundidor, que en la época del románico usaba aún rudimentarios hornos de tiro forzado manual normalmente construidos junto a la mina, calentaba el mineral a base de carbón, aire, fuego y paciencia hasta conseguir derretir el hierro contenido en la piedra. Llegado el momento oportuno, sacaba del horno una masa porosa de basto hierro.

Agua
El hombre, que en la época del románico ya usaba las ferrerías construidas junto a un río, aprovechaba la fuerza hidráulica para hacer que un enorme martillo golpeara continuamente contra el yunque. Así de nuevo, a fuerza de golpes de mazo hidráulico o manual, el ferrero compactaba la masa porosa de hierro, expulsaba las escorias e impurezas que contenía y daba, lentamente, la primera forma purificada a esa dúctil masa, normalmente, modelando una tosca vara de hierro.

El ferrero usaría también, seguramente, la fuerza del agua para hacer que dos enormes fuelles se abrieran y cerraran alternativamente para conseguir avivar, en corriente continua de aire, el fuego de la fragua junto al yunque y así poder calentar a conveniencia la masa de hierro en estas primeras operaciones de herrería.


Tetramorfos
Y es así como el forjador, cual maestro herrero y artista en el trabajo con el hierro, utilizaba como materia prima esas varas de hierro dúctil suministradas por las ferrerías.

Lentamente, ablandando y trabajando el material, a golpes de martillo contra el yunque. Pausadamente, ensamblando piezas con encajes y abrazaderas meticulosamente elaboradas con el mismo metal. Tranquilamente, calentándolo en la fragua hasta coger el color del Sol del amanecer. Bruscamente, templándolo a conveniencia sumergiéndolo repentinamente bajo el agua.

Así, gradualmente, el forjador forjaba su forja a fuerza de golpes certeros, conjugando en su oficio las dosis oportunas de tierra, aire, fuego y agua. Así, poco a poco, iba convirtiendo el maleable y basto hierro en rejas ornamentales, herrajes para embellecer y reforzar las puertas, o pernos y tiradores con motivos decorativos.





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Se conoce poco de los maestros de la forja de la época del románico, aunque sí se tienen numerosas muestras de su obra que, por lo general y a primera vista, a parte del atractivo estético, cumplen una función más utilitaria que simbólica. Podríamos citar dos destacados ejemplos representativos visitados recientemente:

Las rejas de la colegiata de Sant Vicenç de Cardona, fechadas por el siglo XIII, formadas por barrotes de sección cuadrada unidos por unas espirales dobles que se encuentran cogidas a los barrotes por abrazaderas.







Los herrajes de la puerta de Sant Feliu de Beuda que, a pesar de que la madera haya sido reemplazada en posteriores restauraciones, se conservan los herrajes románicos. Cabe destacar las habituales formas espirales que se utilizaban en este tipo de elementos, así como el trabajado perno que simula a un animal fantástico como guardián de la cerradura del templo.





Tal vez, en la visita a un templo románico, se es poco consciente del sutil simbolismo oculto bajo el modesto conjunto de trabajados hierros. Sin embargo, el proceso de transformación que se requiere para convertir la impura materia primera en una bella pieza forjada, probablemente, guarda una curiosa analogía con nuestro proceso de evolución interior.

La forja. He aquí la esencia de los cuatro elementos del tetramorfos guardados secretamente tras la belleza artística de una pieza forjada.
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15 comentarios:

juancar347 dijo...

Interesante entrada, Eduard. Además, no hemos de olvidar que el herrero, como el cantero, arrastra también su leyenda y su misterio como portador del Conocimiento. Por otra parte, las fotos que ilustran la entrada, estupendas también. Un abrazo

Cat dijo...

És una bona observació! No només els elements principals amaguen una historia darrera. I no tot són pedres =)

Bernat dijo...

Muy interesante, ademas la explicacion del proceso hasta que sale la pieza final me ha gustado mucho.

:*

Baruk dijo...

Opino igual. Muy estimulante relacionar el proceso del forjado del hierro con ese “tetramorfo” especial.

Lo que me ha sorprendido, es que según indicas -y alegóricamente hablando-, la figura del herrero mítico como forjador del conocimiento debe pasar primero por la etapa de “ferrero”, pues veo en ello dos fases diferentes que solemos confundir. El primero es el que extrae y prepara el hierro, y el segundo, es que le da forma.

Por descontado que la primera fase parece la más lenta y dura, en cambio la segunda es más habilidosa, se trata de sacudir y cantar (como Vulcano en su Fragua, quizá?)


Tons grossos

Syr dijo...

Me ha sorprendido tu entrada por lo de inédito y exclusivo del tema. Siempre que se habla de románico, tendemos a centrarnos en arquitectura, escultura y pintura, pero no recuerdo que nadie haya reparado en un oficio como el que tú describes y que, indudablemente, tendría que estar ensamblado en el mensaje que el conjunto quería transmitir.
Se ha escrito sobre orfebrería, fundición, cincelado, nielado, repujado...como técnicas artesanales del románico, pero nunca había leído nada acerca de la labor del ferrero y forjador como una pieza más del ensamblado del templo románico que pueda dar contenido completo a la obra y al mensaje.

Tendremos que considerar mejor nuestras perspectivas porque, tras leerte, no creo que nadie pueda quedar indiferente.

Un abrazo

Alkaest dijo...

Es lo que siempre pasa, el trabajo callado y práctico no es atractivo, igual que las buenas noticias no son "noticia". En ningún medio de comunicación veremos que digan: "En Villa tal de allí, un fulano trabaja su huerto y consigue buenas cosechas", en cambio si aparecen cosas como: "En Villa más pa'llá, un fulano ha realizado tal fechoría", y durante días y dias nos atosigan con detalles de la tal fechoría...
En la construcción medieval, -y en la otra también-, hay multitud de oficios y trabajos que son imprescindibles. Pero no son "vistosos" y por tanto no son "noticia": carpinteros, canteros de a pie, herreros, caleros, leñadores, carreteros, etc. Sin cuyo "arte", "artesanía", o simple esfuerzo, no habría sido posible levantar ni un solo templo medieval. Son algo peor que menospreciados, son "los olvidados" de la historia.
En el caso de los forjadores, el olvido, puede provenir del hecho de que pocos ejemplos de su arte han sobrevivido. El hierro y el bronce erar materiales caros y valiosos, en determinados periodos históricos, por lo que muchas estátuas, puertas, rejerías y otros aperos, frecuentemente se reciclaban. Y, con demasiada asiduidad, un bronce griego, o una reja románica, terminaban convertidas en espadas o balas de cañón.
En cuanto al simbolismo, de los trabajos de forja, esas rejas románicas siempre me han evocado, tanto las espirales del mundo vegetal, como las del simbolismo cósmico del mundo antiguo.

Muy buena entrada, te felicito por la oportunidad y originalidad del tema.

Salud y fraternidad.

pallaferro dijo...

Tenía interés por averiguar qué habia tras de una pieza forjada. Buscando por diversas fuentes descubrí que, con los medios de la época del medievo, no era tan simple como en los altos hornos de hoy en dia llegar a tener un pedazo de hierro.

Y quise compartir esta reflexión, para que, tal vez, cuando veamos una pieza de forja en la visita a un templo románico podamos admirar con más intensidad toda la fuerza que se esconde tras ella.

Me han gustado todos vuestros comentarios. No sólo por el texto en sí, sino también por la fuerza y la intención que se esconde detras de vuestras palabras.

Un abrazo,

Baruk dijo...

Pues que sepas que a partir de ahora mirare con "ojitos" las rejas forjadas.

Abrazines

tu-decides dijo...

Sr. Como se dice en mi país, me saco el sombrero por su blog....es un halago a los sentidos para quienes no somos expertos en el tema y realmente inspirador, espero que continúe sorprendiendo con estos pequeños momentos de congelada realidad y detalles.

FELICITACIONES DESDE CHILE.-.-

pallaferro dijo...

Gracias por su comentario. Me ha halagado usted valorando mis reflexiones.

Un saludo,

Adrián Martínez Asensio dijo...

Muy buen artículo sobre la forja románica!!

pallaferro dijo...

Gracias Adrián!

Más viniendo de vosotros, que domináis muy bien este arte!!

Ray dijo...

Interesantísimo artículo, Pallaferro. Me apasiona el tema de la forja románica y me ha parecido muy buena la relación que propones entre este arte y el conjunto de la obra románica como símbolo y mensaje. Muchas gracias.

pallaferro dijo...

Gracias, Ray, y bienvenido a este rincón virtual.

La forja, dentro del románico, suele tener una apreciación de "arte menor". Sin embargo encierra maestría y esconde, aparte del secreto tetramórfico, un àrduo proceso tecnológico hasta llegar a disponer de la pieza acabada.

Salud y Románico !

Ray dijo...

Magnífico. Gracias y enhorabuena.